lunes

voy
ave de rapiña animal karmático de vuelo luz y muerte
miedo a la carroña te huelo desde la cima la sangre
enardecida ultra bombeada estallándote en el centro
voy
cuero duro de carne seca animal caído lentamente
levantándose aullido negro sin luna ni perro que ladre
saliva de rabia espumada atragantando tragando
voy
surco de cielo perdido por lo rayado del lente
por lo arbitrario del árbol y lo rotundo de las raíces
lo difícil de la marea destemplando el celo el vaivén
voy
a tempo galopando en unipersonal estampida
polvareda de tierra y no de pólvora barro seco
pulmones dilatados de insuficiencia

domingo

sujeta
objeto
el verbo
inconmovible
de tu tragedia.


hablando
a través de las encías.
a través del agujero en la garganta
cantando
mantras de perdón
canciones de cuna

p a r a m í


para que duerma mi luna
m i s d e r r a m e s




p a r a m í



paraqueduerma


p a r a m í


misderrames



p a r a m í

miércoles

Susana Villalba

Pieza inconclusa para piano mecánico

Entonces? Se debe bendecir frente a la muerte blanca. O negra. Bendita ambigüedad, tu sacrosanta confusión y todas tus razones arbitrarias, te bendigo. Ilusión, objeto del deseo y todo símbolo que vele por nosotros, qué importan las preguntas ya hechas, respondidas, si nada se sabe aunque se sepa leer y aunque nos vuelva a suceder, bendito cada uno que vuelve a preguntarse. Como si fuera el génesis, el hombre primero y la primera mujer que se separan. Bendecir la ingenuidad de tantas horas, los meses pasados en preguntas y ese empeño en ignorar. Hay un momento en que el amor atenta, cobra víctima, se salva con imperfecto adios. Bendigo entonces tu fastidio, tu sálvese quién pueda, tu sagrada barriga y tu temor de dios. Nadie da un salto que supone mortal, gracias al cielo. Que todos sabemos que es abstracto. Benditos entonces el instinto que te aferra a tu piso y mi ignorancia de que tampoco vos sabés lo que conviene. Creo en el padre y en el hijo, en la mujer de Platonov cuando lo saca del río como a un niño que apenas se ha mojado los zapatos. Creo en la conveniencia de que no hubiera crecida. No sé si él lo sabía, qué deseaba su amante, hay cosas que no sé y no importa que sean varias veces sabidas y olvidadas. Bendito sea el olvido. Bendito el amor que nos arroja fuera de nosotros. Bendito el egoísmo que nos separa ante el peligro de ser nosotros mismos de otro modo. Y quién quería a Eurídice. El poema, el ruiseñor y no el enamorado que tiñe la rosa con su sangre. Bendita alquimia del barro que coagula donde puede hacer pie, un ídolo que olvide su náufrago latente. No esperes en la costa, siempre es un resto lo que traen las olas, sólo regresa cada uno a su espejismo y el mío es esperar. Nadie salta sin preguntar lo que le espera. Bendita sea la calma, las frutas ofrecidas y una temperatura ambiente, la templanza con que cada uno se aferra al madero que le ha tocado en suerte. O ha elegido? Ambigüedad, bendita confusión, creer que se ha tenido, creer, pensar que no se puede tener si no se entrega. La vida como un mar que viene y va. La muerte de quién te mataría, creo en la soledad como quien cree que nace en la ilusión de un mundo ya perdido. Entonces? Se debe bendecir cuando se encuentra o se cree ser la pieza que encaja en el mecano con que ha levantado el niño su refugio. O desencaja, bendita tentación de voltear todo, armar otra figura, preguntar. Bendita tempestad que vuelve sin embargo a la idea de zozobra. Sigue a su arrojo un giro repentino hacia la costa. Y quién quería la tierra prometida, un paraíso que volveremos a perder por conocido. No es cierto que supimos, no es verdad que rozamos el árbol, no estaba a nuestro alcance la idea del bien ni la del mal, bendita sea. Bendita entonces tu estulticia y tu arrogancia, tu inocencia que te salva de los cargos y bendita tu ignorancia de los otros. Y la mía.

De Plegarias, Ed. La Bohemia
Una enumeración, una razón. Lo que digo, lo que sé, lo que creo. Un sin saber qué se sabe. Una canción, un cuento. Río en la sombra y pienso. Destello de luz, pienso. Lógica. Sin sentirlo y sentir sin notarlo. Dormir de un lado, para acostarme en el otro. Caer en la cuenta. No sé lo que no sé. Te hablo mientras hablo y te cuento. Absorbo el momento y lo cuento. Lo veo, lo hago mío y me río. Lo siento, lo hago tuyo y lo leo. Cuando noto lo digo; lo que digo es lo que sé, lo que es ¿preso?.


otra vez la pesadilla del cordero